jueves, 29 de marzo de 2012

Capítulo 18



Héctor se emociona ante la presencia de sus hijos.
--¡que grandes están¡ ¿y Soledad?
--En el cole.
--ya va al cole?
--claro y el próximo curso nuestros hijos también.
Héctor se los queda mirando emocionado.
--acercate, habla con ellos.
--No me conocen…
--Les he hablado de ti, les he dicho que has estado de viaje.
--Muchas gracias.
--Podrás verlos cuando quieras.
Héctor quiere ser un padre para esos niños pero no sabe cómo comenzar.
--Quiero recuperar mi vida pero sí me gustaría ejercer de padre, pero poco a poco. Yo me tengo que acostumbrar a mi libertad, buscar trabajo.
--Tienes trabajo, en la empresa …
--No, ya te debo demasiadas cosas.
--Esa empresa también es de tus hijos. Puse la mitad de todo a nombre de nuestros hijos. puedes gestionarla conmigo.
--No, en serio.
Ella lo mira muy enamorada.
--Me gustaría ayudarte. Eres el padre de mis hijos. Ni que sea por ellos acepta mi ayuda.
--Ahora quiero salir adelante solo. Me conformo con saber que tienes dinero, que a los niños no les faltará de nada.
--pero ¿y tú qué harás? No debiste donar todo el dinero que ganaste.
A Héctor le duele recordar eso:
--Era dinero mal habido, no quiero que me hagas sentir mal.
--Yo te puedo dar todo el dinero que necesitas, yo…
Feli desea besarlo pero él se aparta de ella:
--¿me estás comprando?
Héctor se siente molesto. Ha ofendido mucho a Feli y le duele pensar que ahora ella se quiera vengar.
--No si te amo más que a mi vida. No tienes ninguna obligación conmigo, sólo que…
Él no le deja continuar. Tiene una deuda demasiado grande con Feli que no sabe cómo pagar.
--Yo creo que ya es el momento que renuncies a mi, nunca pasará nada más entre nosotros.
--Yo te esperaré siempre.
--No lo hagas. No te quiero hacer daño.
--Pero eres el padre de mis hijos, nos tendremos que ver.
--Hasta que me olvides es mejor que no nos veamos más. Cuando quiera ver a los niños llamaré a Amparo para que me los traiga. Aunque sí me gustaría reconocerlos, trabajar duro sino para mantenerlos para que no se avergüencen de mi.
Feli llora. Siente a Héctor distinto. Se da cuenta que sí, que todo ha acabado entre ellos y eso es algo que le duele. Héctor la mira con tristeza.
--Lo siento, pérdoname. Sé que he sido un cerdo contigo pero…
Ella le roba un beso, es el último beso.
--Tranquilo, has sido lo mejor de mi vida. Además me queda lo mejor de ti.
Feli mira con orgullo a sus hijos. Feli se siente feliz de ser la única en haberle hecho padre. A Héctor le duele pensar en ese otro hijo, su hijo mayor.
--Puedo hacer una llamada?, quiero llamar a un taxi. Mi amigo Alberto me debe estar esperando en el piso.
--Él te ha ido pagando el alquiler ¿no?
--sí, aunque sólo la mitad por guardarme mis cosas. Ahora viviremos juntos y me va bien porque tengo un dinero ahorrado que me ayudará a mantenerme hasta que trabaje. Me gustaría pasarte una pensión pero no puedo.
--No me hace falta. Me haría muy feliz que nuestros hijos llevaran tus apellidos pero sabes que no necesitan dinero.
--si claro.
--Bueno almenos me quedo tranquila porque no estás en la calle. Me costó mucho que no renunciaras al piso. Es tuyo, Paula lo habría querido así.
--Aunque me gustaría no se puede olvidar el pasado, aunque es un pasado que duele mucho.
Feli lo abraza:
--ojala te salga todo bien, mereces ser feliz.
Héctor se aparta de ella. Se muestra afectuoso.
--¿en serio? No creo pero quiero comenzar una nueva vida.
--déjame almenos que te acompañe a tu casa. No quiero que vayas solo.
--está bien.

Feli aprovecha al máximo ese momento porque está segura que son los últimos momentos que va a pasar con su amado. Los dos están tristes. Héctor le ha hecho mucho daño a Feli y querría borrarla de su mente, olvidar todo lo que pasó. Lo necesita para empezar de nuevo pero le es difícil sabiendo lo mucho que lo ama. Se despiden como simples amigos. Con cierta frialdad que a Feli le sabe a poco. Ella quiere acompañarlo hasta arriba.
--Es mejor dejar las cosas así –dice él.
Ella se queda muy triste. A solas en el ascensor, Héctor llora. Se siente mal por el daño que le ha hecho y que le sigue haciendo a Feli. No es algo de lo que se sienta orgulloso pero quiere olvidarlo.

Feli está llorando. En ese momento está llegando uno de los pelirrojos.
--¿te ocurre algo?
Ella lo rechaza ya que estás segura que es Alberto.
--No me toques, degenerado¡
--Oye no me trates así que no te he hecho nada. Recién nos conocemos.
--¡no seas descarado, Alberto¡
-- me confundes, Alberto es mi gemelo. Soy Marcos.
--No me importa…¡¡
Ella se mete en el auto. Se va dolida. A Marcos le ha impresionado esa chica.

Marcos visita a Héctor. Los dos se abrazan. A Héctor le gusta la visita de Marcos.
--Los verdaderos amigos se conocen en la cárcel. Me alegraron mucho tus visitas.
--Ahora sí conocerás a mi hijo, al pequeño Héctor.
Héctor se pone nervioso, quiere hacer las cosas bien pero sus dudas sobre la paternidad de ese pequeño al que su amigo Marcos adora lo aturde.
--espera a que consiga empleo.
--Yo he hablado con mi jefe, el puesto es tuyo. Ya tienes trabajo.
Héctor ha evitado a su amigo por tiempo pero en la cárcel no lo podía rechazar igual que ahora tampoco puede rechazar su oferta.
--¿seguro que tu jefe me aceptará?
Alberto sale desnudo. Estaba en la ducha, se va secando con la toalla. Abraza a Héctor y dice:
--A ese gay se le van a ir a los ojos cuando te vea. Es un pervertido que veíamos en la biblioteca hace años. Las cosas le han ido bien, tiene mucho dinero.
A Héctor no le hace mucha gracia que lo contrate un gay.
--¿tu jefe es gay?
Ese es un tema que incomoda a Marcos porque no quiere que su amigo sepa que clase de relación tiene con su jefe.
--¿es que tienes algo en contra de los gays? --Marcos.
--No es eso, es que sé de lo que son capaces cuando tienen hambre… --Héctor.
--¿es que alguna vez has tenido algún problema?
--No, claro que no… Quiero hacer las cosas bien y si me propone algo feo pues le voy a tener que romper la cara.
--Tranquilo, el señor Emilio es muy buena gente.
Pero Marcos no lo dice muy seguro y Héctor desconfía de Emilio, aunque el dinero lo necesita y no puede decir no.


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