jueves, 15 de marzo de 2012

Capítulo 9










Mientras Héctor se felicita así mismo por su triunfo ella con timidez le dice:
--bueno yo algo he tenido que ver.
--si, que chingas bien rico. El resto es gracias a mi esperma que es del mejor –dice despreciativo.
Héctor no deja que Feli se enfade. La estrecha entre sus brazos. La besa. Acaban en la cama fornicando como bestias. Luego ella apoya su cabeza en el pecho de él. Es una mujer plena y feliz:
--El primero se llamará Héctor como tú.
Héctor sonríe con orgullo:
--si claro. Eso era evidente.
Feli hubiera querido que Héctor se lo agradeciera pero Héctor lo ha tomado como si fuera la obligación de ella.
--Mi primer macho tiene que llamarse como su padre pero ni se te ocurra decirle a la familia que es el nombre del padre. Di que es un nombre que te gusta.
Feli ya no pregunta. Esta demasiado dominada por él:
--El otro se llamara Julio, como mi abuelita Julia, la que me dejó esta casa.
--¡¡no¡ ¡no me gusta ese nombre¡
Él se muestra brusco.
--porque no? --pregunta ella sorprendida.
--porque lo digo yo ¡¡soy el padre y se tiene que hacer lo que yo diga¡ --brusco.
Feli se muestra amorosa:
--¿y bien?como quieres que se llame nuestro hijo pequeño?
--no sé--dice frío.
Feli besa apasionada el fornido pecho de su amado:
--lo podremos buscar un nombre bonito entre los dos.
--le pondremos el santo del día. --dice él con frialdad.
--pero como vamos a hacer eso? --se queja ella-- yo quiero saber como se llama desde ahora. No quiero que uno de mis hijos tenga nombre y el otro no.
Héctor se levanta totalmente desnudo con cara de fastidio. Busca un calendario:
--a ver que día es hoy... Perfecto se llamara Luis.
--me gusta. --dice Feli acariciándose el vientre.
--¡¡no he preguntado si te gusta. Héctor y Luis y punto¡¡¡
Héctor abandona la habitación molesto. Ella lo mira con amor y deseo. Le duele que siempre él tenga una palabra desagradable para ella pero le desea. Lo ama demasiado.


Meses después... Es de noche. Feli y Héctor duermen juntos cuando Feli siente los dolores del parto. Pese a que son sus hijos lo que van a nacer Héctor tiene el mismo comportamiento que la vez anterior.
--¡¡¡es que siempre es de noche. Mira que te gusta molestar¡¡¡¡
--Héctor --le suplica ella llena de dolor-- van a nacer nuestros hijos.
--seguro que no es falta alarma? Aún falta casi un mes.
--¡¡si, si¡ --rota de dolor.
Ella sopla mientras que le suplica ayuda. Héctor se levanta totalmente desnudo:
--para que no digas que soy malo llamaré a la ambulancia para que te lleve --brusco, como si le hiciera un favor.
--¡¡es que también me vas a dejar sola¡? --le pregunta incrédula.
Héctor la mira con burla y con desprecio le dice:
--ya te dije que no te iba a responder. Ni sueñes con que le voy a dar mis apellidos a los niños. Tener bastardos es algo normal en una zorra como tú.
Feli siente que sus hijos se le van a escapar. Se aguanta la barriga. Llora. Suplica.
--¡lo que tu quieras pero almenos acompañame. No me dejes sola¡¡¡
Héctor la mira amenazante:
--¡¡esto es algo que tienes que hacer tú sola. Yo te esperare aquí y ni se te ocurra hablarles de mi a los tuyos¡ ¡¡ni menciones mi nombre porque después no me vas a encontrar¡
--no me dejes --ruega ella entre gritos.
Héctor la mira con dureza:
--¡¡pues no me toques mas los huevos¡
Soledad llora.
--¡¡lo que falta¡¡¡ahora que hago yo?¡ ¡¡yo no pienso ocuparme de la bastardita¡ --dice Héctor con desprecio.
Pese a su dolor Soledad se preocupa por su hija. Le pide a Héctor que vaya a buscar a la vecina:
--Amparo se quedaré con Soledad. Ya lo hemos hablado.
Héctor se cubre con la sabana y con cara de fastidio dice:
--me debes una.
Se va muy molesto. Partida por el dolor Feli va a consolar a su hija:
--mamita tiene algo importante que hacer. No llores. Portate bien.
El dolor es muy intenso. Amparo, la anciana vecina, enseguida llega y se ocupa de la niña. Feli casi no puede ni caminar.
--¡¡ayudame¡
De mala gana Héctor la ayuda a bajar. Deja la puerta abierta. No espera a la ambulancia. La deja a Feli en el sofa con la canastilla en los pies. Mientras sube las escaleras le advierte a la joven parturienta que no debe ni mencionar su nombre. Feli se siente más sola que nunca. Héctor mientras vuelve a la cama. Está triste. Està abrazado a su almohada. LLora. Se cubre la cabeza con la almohada como si no quisiera escuchar los gritos que oye. Pero son gritos de sus recuerdos. De un pequeño niño asustado que se escondía debajo de la mesa y su padre le agarraba de las orejas.
--¡¡eres un bueno para nada.¡ ¡¡a base de golpes te voy a enseñar a ser hombre¡
Y su madre, doña Amaya, no hacia nada porque estaba demasiado golpeada. Esos golpes de su padre le duelen aun pero no le duelen tanto como los golpes que le daba el padre a su madre. A penas tenia 7 años cuando ya se enganchaba a la pierna de su padre y le suplicaba:
--¡¡no le hagas daño a mi mamá¡ ¡¡no le hagas daño a mi mama.¡
Y entonces Héctor sabia que dejaría de golpearla a ella para golpearlo a él.
Siempre Amaya sacaba a su hijo de las garras de su padre y prefería que la pegase a ella. Le pedía a su hijo que se fuera a su cuarto. Y Héctor se quedaba en un rincón llorando.
--¡¡en las cosas de los hombres uno no se mete¡ ¡¡así es como se trata a las mujeres¡ --le decía siempre su padre.
Recordando su doloroso pasado, Héctor llora mordiendo la almohada. Le duele haber aprendido la lección de su padre tan bien pero no se siente capaz de vivir de otra manera. No sabe vivir sino es con odio. Además así esta obteniendo todo lo que necesita para salir adelante y alejarse de su padre.



Feli está una vez mas sola en la sala de parto.
--¡¡empuje, empuje.¡
Y nace el primer varón. Un bebe fuerte y hermoso.
--¿¿está bien? --pregunta ella.
--¡está perfecto¡
Le dejan que lo tenga en sus brazos un momento. Feli llora de felicidad. En esos momentos se le olvidan todos los malos tragos que ha vivido con Héctor. Lo único que lamenta es que su amado no esté con ella para compartir ese momento.

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